domingo, 22 de diciembre de 2013

AT THE DRIVE-IN

RELATIONSHIP OF COMMAND (2000)

Nada, otra vez sin ver una perra de los premios repartidos en el Gordo, ni la devolución siquiera, pero me refiero a mi familia, porque por mi parte esperaba que fuera así y no solo por ser un cenizo en el juego, sino porque esta vez no he invertido más que en la mitad de un décimo comprado a medias con la mi madre respondiendo a una tradición de valor sentimental (cada año nos hacemos con un número que acaba con la cifra de la fecha del día de nacimiento de mi abuela materna), así que tampoco me puedo quejar mucho, además no creo apenas en estos sorteos y los considero un poco estafa porque se vende una ilusión a precio abusivo, todo el mundo consume como si fuera la gran oportunidad de su vida y total, en otras apuestas del estado se triplica el bote y sale mucho más barato intentarlo, pero bueno, quien soy yo para cuestionar cual es el precio de la ilusión. El caso es que en cuanto he visto el percal y las pocas posibilidades he cambiado de canal, me he zampado un Fuenlabrada-Barça de basket y acto seguido me he venido a escuchar algo de música, eligiendo para la ocasión este disco y dándome cuenta de inmediato que todavía no había escrito sobre sus encantos. Había que ponerse a ello, que duda cabe, así que aquí estoy metido en harina mientras sigue sonando de fondo al son de las teclas de mi viejo ordenador portátil. Probablemente la causa de escuchar y postear este álbum responde a la paradoja de que me ha hecho pasar más buenos ratos que esos alterados niños de San Ildefonso que ponen toda su voluntad en gritar más decepciones y alegrías ajenos al improperio del que está en casa pensando que son unos gafes sin ser conscientes de que en realidad están echando la culpa a un justo que paga por pecador.

Vibrante, nervioso, crudo, fiero, excitante y seductor, el sonido de este brillante 'Relationship of command', revolucionó por completo el post-hardcore, desde una perspectiva muy distinta a como lo había hecho unos meses antes el fabuloso pero muy distinto 'Jupiter' de Cave In. Si aquel estaba más enfocado a desembocar en terrenos progresivos con fijación por el space-rock más técnico, el que fuera tercer y a la postre último trabajo de los de El Paso (Texas), puso su mirada en una variante alternativa que bebía de referentes más cercanos en el tiempo. Este disco ofrece la combinación más equilibrada que pueda existir entre la energía controlada de unos Fugazi con la crudeza de unos The Jesus Lizard, entre los fraseados de Zack De La Rocha y el trabajo de guitarras de Nation Of Ulysses, la más perfecta entre la comercialidad y lo underground, entre la experimentación y la aceleración, como si de un coche deportivo de alta gama poniéndose de cero a cien en tres segundos, se tratara. 

At The Drive-In, banda de culto dentro de su género, dejaron perplejos a propios y extraños con el cambio de orientación dado entre su segundo registro 'In/casino/out' y esta obra maestra, aunque habían puesto toda la carne en el asador desde sus comienzos con el debut en larga duración 'Acrobatic tenement', editado tres años después de juntarse, y los geniales Ep's, 'Hell Paso', 'Alfaro vive, carajo!', 'El gran ogro' y 'Vaya', pero claro está, la accesibilidad la ganaron con su publicación póstuma. Una labor variada y abierta de miras, en la que priman melodías poderosas sobre guitarras pesadas, en el buen sentido de la palabra. Muchas veces citaron a Sunny Day Real Estate, Indian Summer, Swing Kids, Bad Brains, y ese par de clásicos que en su momento versionearon, Pink Floyd y The Smiths, como principales fuentes de inspiración, y por fin en esta lustrosa colección de canciones se pudo comprobar que había mucha deuda pendiente con las trayectorias de esos grupos.

Su primer concierto como banda lo dieron en la feria anual de la escuela de secundaria Loretto, ubicada en su ciudad de origen, luego de ese primer acontecimiento y sin apenas darse cuenta ya tenían material discográfico en circulación y habían cogido provisiones para presentarlo en distintas localidades del estado de Texas. Su batería abandonó la nave, reclutaron a uno nuevo y con los beneficios de la anterior ruta y las escasas pero productivas ventas de su primer Ep, se volvieron a encerrar en el estudio para darle continuidad y excusa para iniciar una nueva salida, pero esta vez a bordo de una furgoneta Ford Econoline, de segunda mano que se agenciaron con las sobras del dinero ganado. Había suficiente presupuesto para gasolina, así que fueron valientes y recorrieron gran parte del país, para tocar en distinto puntos y alzar su propuesta un escalón. Bares pequeños, sótanos, garages, colegios mayores...muchos fueron los lugares que sirvieron de escaparate al quinteto, y el boca a oreja se extendió rápidamente entre los aficionados al estilo que practicaban. La suerte les cambio la noche que, por casualidades de la vida, hicieron un bolo en un minúsculo antro de Los Angeles (California), ante tan solo nueve personas, entre los cuales se encontraban varios empleados de Flipside, un fanzine especializado en punk-rock que echó el resto por ellos, convirtiéndose en su principal avalador al crear un sello para poder editar su primer Lp. Habían quedado tan sorprendidos al ver su derroche en vivo, que decidieron jugarlo todo a una carta y la cosa les salió de maravilla, pues por solo seiscientos dólares subvencionaron un disco que dio mucho de si en popularidad. 

Hubo un impasse duro en cuanto a supervivencia de un trabajo a otro, pero ya recuperados y con sello nuevo, ejercieron de teloneros de Jimmy Eat World, The Murder City Devils, The Get Up Kids y Knapsack, impresionando gratamente a los asistentes a dichos shows, y su nombre volvió a la palestra, sobretodo por lo eficaz de su abominable directo, pero cuando de verdad explotó su mensaje fue cuando conocieron al prestigioso productor Ross Robinson (que ha estado tras los mandos en álbumes de gente tan dispar como The Cure, Korn, Fear Factory, Klaxons, Slipknot o Deftones) y éste les convenció de que si contaban con sus servicios les sacaría en el estudio hasta la última de gota de su sudor para dotar de esplendor su propuesta. Dicho y hecho, la colaboración fue apoteósica de ahí salió este catedralicio portento sonoro que derivó en su presencia en Europa, Japón y todos los rincones de Estados Unidos, y en varios programas de televisión emitidos a nivel nacional empezando por su aparición en 'Farmclub', un programa ya desaparecida, que se emitía en horario de máxima audiencia y en los ilustres 'Later with Jools Holland', 'Late Night with Conan O'Brien' y 'Late Show with David Letterman'. Había muchas razones para que el grupo dieron el salto definitivo a la fama y lo confirmaron las piezas de este 'Realtionship of command', que ya forman parte de la historia del rock del nuevo milenio, comenzando por "Arcarsenal", directa a la yugular con sus desarrollos experimentales y su percusión abrasiva que acompañan la desgarrada voz, los afilados riffs y un bajo contundente, "Pattern against user", una de las mas inspiradas del lote, veloz, adrenalítica, con una armonía que bebe del hip-hop, endulzando un pelín el tono y abriendo un horizonte pop entre distorsiones frondosas, una pista que cuenta con segundos de proximidad al emocore noventero de Jeremy Enigk y los suyos, preámbulo idóneo al tema estelar del repertorio, la electrizante y contundente "One armed scissor", dejando a la altura del betún a sus coetáneos, un guantazo con mano abierta al purismo, su mejor creación y tal vez emblema del movimiento musical del que fueron abanderados, si acaso solo podría hacer sombra a este artefacto algún single de Funeral For A Friend, The Blood Brothers o Thursday, pero rayando por debajo de su nivel, "Sleepwalkes capsules", réplica a dos voces en duelo a muerte sacando al exterior toda la bilis que llevan dentro, aunque a mitad conceden una tregua para aunar sus ideas y fusionarlas al son de una base rítmica de placentero sabor, "Invalid litter dept.", afín al rock sinfónica actual, con unas atmósferas místicas y unas frases que parecen recitadas en vez de cantadas, y fortaleciendo el protagonismo de los coros como elemento imprescindible, "Enfilade", que partiendo de formas digitales se presenta estimulante mezclando golpes de color latino con rock reivindicativo y parámetros metálicos, y que cuenta con la participación de Iggy Pop, que al igual que en "Rolodex propaganda", pone su voz a disposición de la imaginaria del combo (hay que decir que es esta última su garganta se hace mucho más notoria en su función de solista, pues en su antecesora solo aporta coros), "Quarantined", cuyos primeros compases confirman lo aprendido de su relación con Rage Against The Machine, pero que luego es llevada a su campo de acción más personal, "Non-zero possibility", extraña, oscura y a la vez que adictiva, la más coherente con el proyecto que empezarían poco después de su disolución los dos líderes del grupo, y "Catacombs", brutal clausura ruidosa, gritona e incendiaria para un auténtico revolucionario de su época.

At The Drive-In, lo dejaron pocos meses después y muy posiblemente, y aunque hayan estado de reunión con gira mundial hace poco más de un año, no volverán a meterse en un estudio jamás, pero siempre nos podremos consolar con la maestría de sus componentes a través de sus nuevas vías de comunicación artística. El portorriqueño Omar Rodríguez (alma mater de Bosnian Rainbows, Le Butcherettes, Startled Calf y con una prolífica carrera en solitario), el californiano Paul Hinojos (inmerso desde entonces en Dios Kilos, Look Daggers, Hyro Da Hero y Hour Of The Monarchy), el libanés Tony Hajjar (que toca los parches en Sparta y Nakia) y los autóctonos Cedric Bixler-Zavala (al que podemos encontrar liderando también a Foss, Los Dregtones, The Fall Of Deaf Ears, De Facto, Big Sir y Anywhere) y Jim Ward (guitarrista de Sleepercar y Bobby Bird), fueron los ideólogos de un bombazo que junto a 'The shape of punk to come' de los suecos Refused, es muy posiblemente el mejor disco de la historia en su estilo. Cuestión de pareceres, eso si.

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